Dr. Miguel Ángel García. |
La
Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) ha recordado que
no existe un déficit de médicos en la actualidad ni se prevé una
falta de facultativos en un futuro. “¿Para qué entonces
necesitamos que entren 7.000 estudiantes en las facultades de
Medicina?”, se pregunta Miguel
Ángel García, responsable
de formación de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de
Madrid (AMYTS
-CESM),
quien cree que una posible consecuencia del superávit médico podría
ser una oleada de jubilaciones a la fuerza.
Un superávit médico que
está denunciando desde hace días el Consejo Estatal de Estudiantes
de Médica (CEEM) y la Conferencia Nacional de Decanos de Facultades
de Medicina (Cndfm) -ver Boletín
de CESM del 28 de
noviembre-. En España, las
cifras de población no van a aumentar como se temía hace cinco
años, a lo que se suma la falta de dinero para sanidad debido a la
crisis económica. Estos aspectos evidencian que ya no será
necesario aumentar el númerus
clausus ni abrir nuevas
facultades, según ha comentado a REDACCIÓN MÉDICA (RM) Miguel
Ángel García. “Hoy se
están formando médicos que no hacen falta en España”, asegura.
CESM
recuerda que solamente pocas especialidades “afortunadas” están
“manteniendo el tipo” y no tienen cifras de paro, sin embargo la
mayoría están generando desempleo.
Reclama
un registro de profesionales
Por estas
razones, el sindicato pide racionalizar y analizar los recursos
humanos. Recuerda REDACCIÓN MÉDICA que desde 1997, CESM
lleva pidiendo un registro de profesionales que todavía no ha visto
la luz. “Ha habido una suma de incompetencias en cadena de nuestra
clase dirigente”, se lamenta Miguel Ángel García. “Me sorprende
que nos pidan tantos esfuerzos cuando ellos no son capaces de
realizar algo tan sencillo como crear una base de datos”, critica.
En la misma
línea se expresa para DIARIO MÉDICO (DM) el responsable de
formación de AMYTS. Diez años después de que se aprobase la
publicación de la Ley del Estatuto Marco que recogía la jubilación
forzosa del médico a los 65 años (artículo 26.2), este diario hace
balance de esta medida y destaca la coincidencia prácticamente
generalizada en la valoración que hacen los agentes afectados por la
misma: aunque la puesta en marcha del retiro obligatorio se vendió
en los argumentarios como una cuestión de recambio generacional de
profesionales, ya queda claro que su aprobación y su contestación
tienen un elemento básico común: la cuestión económica.
García,
uno de los expertos consultados por DM, lamenta que "existiendo
el marco legal, no se estén aprovechando los mecanismos de
jubilación más flexibles". La aplicación de la jubilación
forzosa sin contar aún con el registro profesional -comprometido por
enésima vez en el Pacto Sanidad-Foro de la Profesión Médica-
demuestra, para Miguel Ángel
García, que se trata de
"una medida conflictiva en todos los niveles, impulsiva, porque
obedece a una situación brusca propia de la habitual planificación
de recursos por sensaciones; es irrespetuosa, porque muchos
profesionales no han recibido ni siquiera una sencilla carta de
agradecimiento; es precipitada, y prácticamente inútil en cuanto a
relevo generacional, porque sólo se reponen entre un 10 y un 15 por
ciento de las plazas, en el mejor de los casos. Desde el punto de
vista del ahorro, no está muy clara su eficacia. Y, además, la
aplicación del retiro obligatorio interrumpe de golpe procesos
abiertos de investigación, tesis doctorales... Quizás haya servido
para eliminar elementos hostiles en las jefaturas de servicios...".