Dr. Gabriel del Pozo. |
Me
gustaría aportar una serie de reflexiones, que no de soluciones, en
esta difícil etapa que atravesamos en las relaciones con la
Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid y, por ende, con la
Presidencia de la misma.
La
situación actual nos marca un panorama donde, además de la
diferencia de posturas que nos separa, existe también una importante
diferencia en los intereses de los distintos profesionales del
colectivo al que representamos, y ahí es donde empiezan las dudas
morales que nos pueden asaltar. La solución fácil y manida de
defender a la mayoría, aunque sea en perjuicio de una minoría, no
me convence, pues esa minoría ha depositado también en nosotros su
voluntad de que le defendamos. Es afiliado de pleno derecho, igual
que los de la mayoría, y tiene la legitimidad de exigirnos la
defensa de sus intereses.
No
quisiera yo tener, como Sancho Panza en su aventura de gobernar la
ínsula Barataria, la necedad como bien de conocimiento, y creerme en
poder de la verdad por el ámbito en que me muevo, tal como hacia
Sancho “vuesa merced sabe bien que más sabe el necio en su casa
que el cuerdo en la ajena”, y sí, en cambio, hacer uso de la
reflexión de Don Quijote que le decía “Eso no, Sancho, que el
necio en su casa ni en la ajena sabe nada, a causa que sobre el
cimiento de la necedad no asienta ningún discreto edificio”.
Todo
esto viene a cuento de lo difícil que es tomar decisiones de
actuación sobre los profesionales afectados por la “externalizacion
versus privatización” de los seis hospitales públicos, ya que
las condiciones de contratación del personal médico de los mismos
es muy distinta, identificándose varios colectivos: aquellos que son
propietarios de plaza fija en el sistema público, los que son
interinos provenientes del sistema público, los que son eventuales
del mismo sistema, los que son laborales fijos en esos hospitales,
los laborales interinos, y algún colectivo más, que seguramente me
olvido.
Probablemente
no hay una decisión que resuelva el problema de todos. Bueno,
miento, creo que sí hay una y es la que, siempre que hemos tenido
oportunidad, hemos trasmitido a los interlocutores de la
Administración, teniendo en todas las ocasiones la sensación de que
esta sufre de una patología de sordera, pues nunca nos ha permitido
dialogar sobre la misma. Dicha solución es dejar las cosas como
están, es decir, que sigan dentro del sistema público, y nos
sentemos a dialogar de cómo mejorar el mismo, introduciendo también
la voz de los profesionales y no solo de los gestores, y buscando la
implicación de todos en la optimización y racionalización del
sistema sanitario. No hay necesidad de hacer experimentos, que en
ninguna otra comunidad autónoma, ni en ningún otro país donde se
han aplicado, han conseguido los resultados que se esperaban.
Haciendo
nueva referencia al famoso libro de Cervantes, parece que la
administración tiene en su cabeza los mismos razonamientos de Sancho
“y teniendo yo el mando y el palo, haré lo que quisiere”,” que
nadie se tope con su gobernador ni con el que manda, porque saldrá
lastimado”. Aunque el mando y el palo se lo hayan dado las urnas,
las mismas no les han debido privar de sus lucidas mentes y, como
buenos gobernantes que han de ser, no han de hacer oídos sordos a lo
que dice una parte importante de su pueblo. Y que no olviden que
muchos de los que ellos no quieren oír son gente que les ha votado
y, además, recuerden que deben gobernar para todos, no solo para sus
electores. Señores gobernantes, recuerden “si da el cántaro en la
piedra o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro”.
Mientras
la administración no admita la solución del dialogo, creo que
nosotros no podemos tomar ninguna decisión, sin escuchar a todos los
profesionales afectados, pues la solución para unos puede ser la
soga para otros. Y esto es lo que hemos venido realizando durante
todos estos meses de conflicto, y es el camino que seguiré
defendiendo desde mi puesto en este sindicato, sin pensar que eso sea
una prueba de debilidad o, como diría Sancho, “no, sino haceos
miel, y paparos han moscas”.
Me
gustaría cerrar con otras dos frases de Don Quijote, que creo deben
ser máximas en los diálogos con la administración, por ambas
partes, “Aparta las mientes de tu injuria y ponlas en la verdad del
caso”, y “No te ciegue la pasión propia en la causa ajena”.
Dr. Gabriel del Pozo Sosa
Vicesecretario general de AMYTS