Dr. Joaquín Pérez Argüelles. |
El pasado mes de octubre asistimos a la paralización del proceso privatizador de seis hospitales madrileños por el TSJM, con el consiguiente fracaso del partido gobernante en su inquietante afán de cambiar el modelo sanitario vigente, que tantos éxitos ha dado a la Sanidad madrileña. Y llama la atención que ante las diferentes demandas presentadas contra la externalización de hospitales, esta paralización sea llevada al pleno del TSJM, con la satisfacción consiguiente de la Consejería de Sanidad, que parece tener puesta su confianza en que esta maniobra, inhabitual en la historia de dicho tribunal, termine en una decisión favorable a sus propuestas.
Era
de esperar una respuesta agresiva de políticos que tienen sus días
de servicio público contados (cual animales heridos de muerte), como
coletazos de un poder que no han sabido gestionar y les ha venido
demasiado grande. Han confundido el sagrado deber de un servidor
público para con todos los ciudadanos, convirtiéndolo en una
posibilidad de negocio con pingües beneficios para intereses
privados que pueden sentir como cercanos, aún a costa del interés
general.
Como
respuesta a la defensa de una Sanidad Pública de calidad, los
gestores políticos madrileños inician una cascada de represalias
contra aquellos que han mostrado su crítica ante métodos tan
prepotentes y autoritarios, expulsándolos del sistema sanitario
público: despiden a eventuales con contratos precarios con más de
10 años de antigüedad; fuerzan la jubilación a los 65 años de
médicos de reconocido prestigio, abren expedientes de forma
alarmante sancionando como faltas muy graves actuaciones que nunca se
habían tipificado de esta forma, por el hecho de anteponer su
juicio clínico a criterios administrativos, lo que conlleva riesgos
para sus pacientes; y convierten la Productividad Variable, único
concepto incentivador de nuestro sistema retributivo, en una nueva
rebaja salarial que añade una mayor pérdida de poder adquisitivo a
un sector ampliamente castigado desde hace varios años.
Es
triste observar el deterioro producido en la Sanidad Pública, que
había logrado ser referente en la Medicina mundial, gobernada por la
ignorancia, la prepotencia y el afán de lucro que van a conducir al
desmantelamiento de nuestro modélico Sistema Sanitario Público.
El
caos en la sanidad madrileña es patente: dos Consejeros de Sanidad y
la cúpula actual del SERMAS están imputados ante los tribunales;
los dos primeros han estado en un Gobierno dirigido por Dª.
Esperanza Aguirre, y la ex-Presidenta, máxima responsable de las
decisiones tomadas durante su Gobierno, en el momento que consideró
oportuno abandona el barco y deja un conflicto impresionante en la
sanidad madrileña para dedicarse a trabajar su futuro que no sabemos
hacia dónde se encamina, aunque es fácil suponerlo.
Es
responsabilidad de los cargos políticos nombrados por el PP
madrileño, y del propio partido, que nuestro sistema sanitario se
esté degradando lentamente. En última instancia, es responsabilidad
del Presidente de la comunidad, Sr. González.
La
mayor grandeza que se puede esperar de un político responsable sería
la admisión de su error y el relevo de su puesto para dejar a otros
que gestionen con la mirada puesta en la sociedad. Desgraciadamente,
no parece que nuestro país este dotado de políticos dispuestos a
asumir su trabajo como un servicio prioritario al ciudadano y que
renuncien a privilegios desorbitados e inmorales.
Nuestra
oposición ante posturas tan radicales y nada consensuadas debe ser
nuestro aliciente para proponer cambios que conduzcan al
mantenimiento del SNS, haciéndolo más flexible y eficiente.
Dr. Joaquín Pérez Argüelles
Secretario de FEMYTS