Ha sido también, precisamente por ello, una semana de abrir la mano y tenderla al nuevo consejero, ofreciéndonos como profesionales al diálogo y al diseño conjunto del futuro sanitario. Tras la incapacidad manifiesta mostrada por uno de los instigadores del plan privatizador, Javier F. Lasquetty, para un diálogo real, el nuevo consejero se presenta con la intención de recuperar ese diálogo. ¿Será una intención cierta? El tiempo lo dirá.
Pero no podemos quedarnos a la expectativa. No podemos volver a poner el foco, pasivamente, en los pasos que quiera dar la Administración madrileña sin hacernos conscientes de que podemos abrir un nuevo período, un período en el que la iniciativa nos corresponda a los profesionales, a quienes de verdad sabemos y vivimos esto de la atención sanitaria. No podemos dejar que continúe la política de encorsetamiento de la actividad profesional que las diferentes Administraciones han ido desarrollando a lo largo del tiempo, y que han contribuido a minar el ánimo de los profesionales.
Es el momento de recuperar el liderazgo profesional y sanitario. Es el momento de avanzar hacia una sanidad centrada realmente en la relación entre el profesional y el paciente, en la relación médico-enfermo, que tan bien conocemos como profesionales. Es el momento de que el aparato burocrático y administrativo de la Consejería se ponga al servicio de este núcleo fundamental en la asistencia sanitaria. ¡Es el momento!
Y es el momento de recuperar el placer de ser médicos, recordando el eslogan que movilizó a la totalidad de la profesión en Cataluña hace unos años. Éste debe ser nuestro compromiso profesional y sindical, porque recuperar el placer de ser médicos no es posible con cualquier tipo de condiciones de ejercicio profesional:
No es posible recuperar ese placer desde contratos “basura”, contratos de un mes de duración, contratos con media jornada donde sólo hay hueco comprimido para lo asistencial y un olvido de las demás dimensiones de la profesión médica (trabajo en equipo, formación, investigación..., que quedan amputadas de la vida profesional), y donde sólo hay cabida para salarios “basura” que contravienen toda dignidad profesional. Recuperar el placer de ser médicos significa disponer de un contrato digno, estable y que posibilite unas buenas condiciones de ejercicio.
No es posible recuperar ese placer desde la falta de reconocimiento de la competencia adquirida durante la vida profesional de un médico, con una carrera profesional paralizada y en la que la Administración pretende engañar a los profesionales, hurtándola sin ningún fundamento a distintos colectivos, como es el caso de los interinos. Recuperar el placer de ser médicos pasa por disponer de un sistema adecuado de reconocimiento profesional que estimule y apoye el desarrollo profesional de los médicos, reconociendo su esfuerzo.
No es posible recuperar ese placer desde una gestión sanitaria que entiende a los profesionales como objetos impersonales a quienes manejar como marionetas, deformando su actividad por intereses que no son los directamente sanitarios, y poniendo al frente de las instituciones a directivos sin competencia gestora reconocida. Recuperar el placer de ser médicos pasa por diseñar una gestión sanitaria cercana a los profesionales, que parta de ellos mismos y que no se imponga de forma vertical, como solemos hacer en nuestro entorno incluso en las alternativas que planteamos; pasa por entusiasmar a todos los profesionales en el funcionamiento de las instituciones, que son las que hacen posible su dedicación a los pacientes, y por sistemas más horizontales de colaboración en red y compañerismo, en lugar de los viejos sistemas jerárquicos de por vida.
No es posible recuperar ese placer sin posibilitar una relación clínica de calidad, impedida tantas veces por una excesiva presión asistencial y por el mal diseño de herramientas informáticas pensadas más bien para la acumulación y análisis de datos y confección de voluminosas memorias que para facilitar lo que realmente tienen que facilitar: la relación con el paciente. Recuperar el placer de ser médicos significa poder mantener una relación con nuestros pacientes estimulante y positiva, en la que la creatividad y la toma compartida de decisiones sean los motores de una atención sanitaria más eficiente y humana.
No es posible, entre otras muchas más cosas, recuperar ese placer sin tener un tratamiento digno de las retribuciones, que vaya más allá del recorte cuando interesa y de la subida controlada cuando hay excedentes; hay demasiados gastos suntuarios e inútiles mientras se regatea cicateramente el sueldo de los profesionales. Recuperar el placer de ser médicos pasa por dedicar el dinero a lo realmente importante, a las personas que prestan servicios y resuelven necesidades, y a diseñar y aplicar sistemas retributivos que realmente reconozcan y premien el compromiso profesional, el mérito, el esfuerzo y la calidad.
“Recuperar el placer de ser médicos” es, pues, un buen objetivo para una organización profesional que, como AMYTS, tiene puesta su mirada en mejorar la calidad de las condiciones en las que desarrollar nuestro tan querido ejercicio profesional (con todas las mejoras que pueda precisar, y a las que los médicos nos dedicamos diariamente con el apoyo de quienes realmente pueden comprender la peculiaridad de la relación clínica y del servicio sanitario), condiciones sobre las que el marco de relaciones laborales tiene una gran influencia. Continuaremos el trabajo y la lucha en esa dirección, junto a todos los que crean en la misma. Y haremos presente en nuestra querida Revista Madrileña de Medicina el contenido y el propósito de ese trabajo.
Miguel Ángel García, director médico de la Revista Madrileña de Medicina
* Recuperemos el placer de ser médicos traduce un poco libremente un eslogan en el que nuestra organización hermana en CESM, Metges de Catalunya, concentraba el sentido de su esfuerzo en pro de la profesión médica. Atribuida al Dr. Lluis Mas Ferrer, es una frase a la que su compañero en la dirección de Metges y posterior secretario general de CESM, Patricio Martínez, a quien muchos tenemos que agradecer una visión tan ilusonante del sindicalismo profesional, le tiene especial cariño.