sábado, 8 de febrero de 2014

CON FIRMA. "Hipocresía y desconfianza", Ana Giménez

Dra. Ana Giménez.
Recientemente hemos tenido noticia en el sindicato de una “llamada de atención” por parte de la Inspección de Farmacia a un médico de familia por haber realizado una receta de un fármaco a un paciente que había sido prescrito por su médico privado.
El paciente aportó a su médico todas las pruebas que se le habían realizado y que justificaban la necesidad de dicho tratamiento, y el médico de atención primaria estimó adecuado el tratamiento y realizó la citada receta. Dado que en los últimos tiempos todos los médicos se encuentran vigilados estrechamente (casualmente desde la manifestación unánime de casi toda la profesión en contra del Plan Privatizador de la Sanidad del Gobierno de la Comunidad de Madrid), se objetivó que dicha prescripción no correspondía a un especialista hospitalarios del Sistema Público Madrileño, y se citó al autor de la receta, para “reprenderle” por su inadecuada actitud. Afortunadamente, el asunto no ha finalizado en la apertura de un expediente

Desde la Consejería de Sanidad se ha informado en muchas ocasiones que los médicos de Atención Primaria no tienen que hacer las prescripciones llevadas a cabo en la asistencia sanitaria privada, pero eso no quiere decir que tengan que dejar desasistido a un paciente. Por otro lado, no existe una prohibición expresa en las leyes e instrucciones vigentes. Un paciente que solicita asistencia debe siempre ser atendido. Si la demanda es sobre un problema de salud concreto que precisa para su control y tratamiento la realización de una prescripción de medicamentos, el médico debe realizar la prescripción que en conciencia y según su mejor criterio debe realizarse al paciente. Y siempre siguiendo en lo posible los fármacos reflejados en las guías y protocolos que se hayan realizado al respecto y eligiendo el fármaco de entre los posibles con mejor perfil de coste/eficiencia.

En el caso de un paciente que recibe tratamiento para una enfermedad de control hospitalario, si el médico de Atención Primaria percibe que la medicación pautada no difiere de la que se pauta en el servicio público de referencia, ¿es necesario que el paciente vaya al servicio de Atención Hospitalaria de referencia para conseguir que un médico de la Sanidad Pública haga la prescripción correspondiente? ¿Es de verdad necesario?

Esta medida, que tiene como objeto controlar los gastos sanitarios, puede –si la prescripción está hecha con los mismos criterios que en la sanidad pública- suponer en realidad un aumento de los costes, pues al coste de la propia prescripción se añaden como mínimo los costes de la consulta hospitalaria. ¿O es que hay otros motivos?

En el momento actual, la Consejería de Sanidad, y siempre con el teórico objetivo manifestado de buscar ahorro en la Asistencia Sanitaria, realiza derivación de multitud de pruebas diagnósticas e intervenciones quirúrgicas a centros sanitarios privados. Luego no parece tratarse por tanto de una falta de confianza por parte de la Consejería hacia la Sanidad Privada, no solo por las derivaciones aquí expuestas, sino por el modelo de asistencia que quieren poner en marcha en Madrid y que de momento se encuentra fuertemente contestado por toda la profesión sanitaria. ¿Cuál es, entonces, el problema?

Mucho me temo que se trata de una doble moral, que por un lado castiga lo público tachándolo de auténtica lacra , mientras que al mismo tiempo mira con temor el incremento de costes farmacéuticos que puede venir de la misma asistencia privada que con tanto entusiasmo quiere imponer. ¿O se trata de una falta de confianza hacia los médicos de Atención Primaria?

Con este análisis no pretendo hacer una defensa de la libre prescripción ni de la bondad o maldad de que los médicos de Atención Primaria hagan las recetas de los médicos privados. Además, siempre hemos defendido que los médicos de Atención Primaria no somos los escribas de los médicos de Hospital, ni sus secretarios. Pero también somos la principal referencia de nuestros pacientes, a los que nos debemos profesionalmente. Creo que cada caso y cada paciente exige un análisis particular para determinar la actitud que debe seguirse. Simplemente pretendo mostrar la doble moral de nuestra Administración sanitaria que vive un extraño romance de amor / odio con la sanidad privada y de clara animadversión hacia cualquiera que manifieste su disconformidad con su política y actuaciones.

Ana Giménez Vázquez,
Responsable del Sector de Atención Primaria
en el Comite Ejecutivo de AMYTS