Dr. F. Javier López d ela Morena. |
No ha sido capaz de defender a sus colegiados frente a la arbitrariedad de las distintas Administraciones Públicas, ni en marcar las distancias entre el poder político y el desarrollo de las actividades profesionales. La ausencia de respuesta colegial ante las acusaciones infundadas de múltiples sectores sociales e, incluso, de las propias Administraciones, ha generado un desapego del médico hacia su colegio que justificaría por sí sólo la apuesta por la colegiación voluntaria.
Ya en las pasadas elecciones, las diferentes candidaturas coincidían en la necesidad de un cambio radical, estructural y estatutario, que iniciara el camino hacia la regeneración, modernizando nuestra añeja institución colegial y apostando por la transparencia en su gestión. Parece inevitable la definición clara de unos principios colegiales acordes con el servicio a la sociedad y con la búsqueda de la excelencia en la práctica médica. La inmensa labor que el Colegio debería haber realizado a lo largo de estos años ha sido impedida por intereses ajenos y por una desorbitada deuda económica. Dichos intereses ajenos han invadido lugares y competencias del Colegio, impidiendo su normal desarrollo y modernización, transformándolo en un mercado que ha proporcionado pingües beneficios. Todo esto ha conducido a la situación actual, con una Junta Directiva y su Presidenta en colisión, con una beligerancia y falta de respeto entre ellos y hacia todos los colegiados.
¿Qué ocurre en el ICOMEN para que quienes lo ocupan en la actualidad sean incapaces de entenderse? ¿Qué beneficios piensan obtener unos y otra para no dejar que la regeneración brote de la asamblea de compromisarios? Tamaño problema se nos antoja de difícil solución, tal vez por incapacidad de la Junta Directiva o de su Presidenta, tal vez por falta de interés de los colegiados, tal vez por compromisos espurios de gentes con ánimo de lucro o tal vez por la suma de todo ello.
El poco interés demostrado en general por los colegiados choca con la resistencia a abandonar la dirección del colegio de sus dirigentes actuales. Sin embargo, quienes hemos asistido a las últimas asambleas de compromisarios, órgano soberano del Colegio, hemos expresado con unánime claridad la necesidad de reforma, de disolución de la Junta Directiva y de apertura de cauces necesarios para la recuperación de la institución colegial.
Deberíamos emprender un esfuerzo general para intentar construir de nuevo una organización colegial acorde con los tiempos que vivimos, que devuelva a la profesión médica al lugar que le corresponde. Para cumplir este objetivo y con vocación de servicio, AMYTS hizo pública su postura el pasado 23 de enero, proponiendo en ella un proceso de cambio profundo para garantizar la transformación del Colegio. En esta propuesta se recalcaba la necesidad de convocar una Asamblea Extraordinaria de Compromisarios bien por la propia Junta Directiva o, en su defecto, por el número reglamentario de apoyos de compromisarios, para hacer realidad las siguientes propuestas:
Parece prudente anteponer la elaboración de Estatutos previa a la convocatoria de elecciones, ante el problema que se plantearía si la presidencia de la nueva Junta (procedente de un proceso electoral previo), promoviese una reforma estatutaria en base a los estatutos vigentes, lo cual le daría la potestad de fabricarlos a conveniencia, desoyendo una vez más, al mandato de los compromisarios y evitando de nuevo la tan necesaria reforma.
Por tanto, la elaboración que se propone de los nuevos Estatutos sería realizada por una “Comisión” elegida por y entre los compromisarios (con todo el apoyo externo necesario), y en un tiempo establecido por la propia Asamblea. Una vez elaborados y expuestos a la opinión generalizada de todos los colegiados, con un período para la admisión y análisis de todas las opiniones recibidas, deberían pasar a la Asamblea de Compromisarios para su aprobación definitiva. Aprobados los “Nuevos Estatutos”, y solo entonces, es cuando se convocarían elecciones a la nueva Junta Directiva.
Las ventajas que se obtendrían de un proceso tan transparente perecen obvias, ya que procura la participación de todos los médicos para dotarnos del Colegio que deseamos, a la vez que se abre un proceso de reforma sin precedentes. El inicio del estudio de cómo debería ser la profesión médica del futuro y su proyección social permitiría analizar a fondo todos y cada uno de los artículos que compondrían el “corpus doctrinae” de los Estatutos del nuevo y prestigioso Colegio de Médicos madrileño.
Aprendamos de la reciente historia vivida en la Comunidad de Madrid con la imparable riada humana de las abundantes “mareas blancas”, en las que ocupaban un lugar destacado los médicos madrileños, y de la cascada de reclamaciones judiciales interpuestas por las diversas organizaciones médicas, cuyo fruto maduro ha sido el fracaso de la privatización de la Sanidad Pública; y clamemos de nuevo que en la Reforma del Colegio “TAMBIEN SE PUEDE”.
Ya en las pasadas elecciones, las diferentes candidaturas coincidían en la necesidad de un cambio radical, estructural y estatutario, que iniciara el camino hacia la regeneración, modernizando nuestra añeja institución colegial y apostando por la transparencia en su gestión. Parece inevitable la definición clara de unos principios colegiales acordes con el servicio a la sociedad y con la búsqueda de la excelencia en la práctica médica. La inmensa labor que el Colegio debería haber realizado a lo largo de estos años ha sido impedida por intereses ajenos y por una desorbitada deuda económica. Dichos intereses ajenos han invadido lugares y competencias del Colegio, impidiendo su normal desarrollo y modernización, transformándolo en un mercado que ha proporcionado pingües beneficios. Todo esto ha conducido a la situación actual, con una Junta Directiva y su Presidenta en colisión, con una beligerancia y falta de respeto entre ellos y hacia todos los colegiados.
¿Qué ocurre en el ICOMEN para que quienes lo ocupan en la actualidad sean incapaces de entenderse? ¿Qué beneficios piensan obtener unos y otra para no dejar que la regeneración brote de la asamblea de compromisarios? Tamaño problema se nos antoja de difícil solución, tal vez por incapacidad de la Junta Directiva o de su Presidenta, tal vez por falta de interés de los colegiados, tal vez por compromisos espurios de gentes con ánimo de lucro o tal vez por la suma de todo ello.
El poco interés demostrado en general por los colegiados choca con la resistencia a abandonar la dirección del colegio de sus dirigentes actuales. Sin embargo, quienes hemos asistido a las últimas asambleas de compromisarios, órgano soberano del Colegio, hemos expresado con unánime claridad la necesidad de reforma, de disolución de la Junta Directiva y de apertura de cauces necesarios para la recuperación de la institución colegial.
Deberíamos emprender un esfuerzo general para intentar construir de nuevo una organización colegial acorde con los tiempos que vivimos, que devuelva a la profesión médica al lugar que le corresponde. Para cumplir este objetivo y con vocación de servicio, AMYTS hizo pública su postura el pasado 23 de enero, proponiendo en ella un proceso de cambio profundo para garantizar la transformación del Colegio. En esta propuesta se recalcaba la necesidad de convocar una Asamblea Extraordinaria de Compromisarios bien por la propia Junta Directiva o, en su defecto, por el número reglamentario de apoyos de compromisarios, para hacer realidad las siguientes propuestas:
Todos estos puntos quieren converger en la necesidad de disponer de un órgano regulador de la profesión médica controlado, dirigido y gestionado por los médicos, en previsión de que otras instancias ajenas se intenten adueñer de estas funciones y conviertan nuestra inestimable profesión en un simple trabajo cualificado, anteponiendo intereses económicos a la vocación de servicio.
- Petición de explicaciones a la Presidenta y a su Junta Directiva de la situación en la que se encuentra actualmente el Colegio.
- Dimisión de toda la Junta Directiva y, en caso contrario, presentación de una “moción de censura” que les inhabilite para la toma de decisiones.
- Elección de una “Comisión Gestora” por parte de los compromisarios que controle a la Junta Directiva “en funciones”, cuyo objetivo prioritario sea la elaboración consensuada de unos Estatutos nuevos que se adapten a las necesidades actuales, teniendo en cuenta la nueva ley de Colegios Profesionales.
- Una vez aprobados los “Estatutos para un nuevo Colegio de Médicos” por la Asamblea de Compromisarios”, se convocarían nuevas elecciones a la Junta Directiva del Colegio con el mandato de iniciar la regeneración y modernización que el ICOMEM necesita.
Parece prudente anteponer la elaboración de Estatutos previa a la convocatoria de elecciones, ante el problema que se plantearía si la presidencia de la nueva Junta (procedente de un proceso electoral previo), promoviese una reforma estatutaria en base a los estatutos vigentes, lo cual le daría la potestad de fabricarlos a conveniencia, desoyendo una vez más, al mandato de los compromisarios y evitando de nuevo la tan necesaria reforma.
Por tanto, la elaboración que se propone de los nuevos Estatutos sería realizada por una “Comisión” elegida por y entre los compromisarios (con todo el apoyo externo necesario), y en un tiempo establecido por la propia Asamblea. Una vez elaborados y expuestos a la opinión generalizada de todos los colegiados, con un período para la admisión y análisis de todas las opiniones recibidas, deberían pasar a la Asamblea de Compromisarios para su aprobación definitiva. Aprobados los “Nuevos Estatutos”, y solo entonces, es cuando se convocarían elecciones a la nueva Junta Directiva.
Las ventajas que se obtendrían de un proceso tan transparente perecen obvias, ya que procura la participación de todos los médicos para dotarnos del Colegio que deseamos, a la vez que se abre un proceso de reforma sin precedentes. El inicio del estudio de cómo debería ser la profesión médica del futuro y su proyección social permitiría analizar a fondo todos y cada uno de los artículos que compondrían el “corpus doctrinae” de los Estatutos del nuevo y prestigioso Colegio de Médicos madrileño.
Aprendamos de la reciente historia vivida en la Comunidad de Madrid con la imparable riada humana de las abundantes “mareas blancas”, en las que ocupaban un lugar destacado los médicos madrileños, y de la cascada de reclamaciones judiciales interpuestas por las diversas organizaciones médicas, cuyo fruto maduro ha sido el fracaso de la privatización de la Sanidad Pública; y clamemos de nuevo que en la Reforma del Colegio “TAMBIEN SE PUEDE”.
Francisco Javier López de la Morena, médico especialista en
Cuidados Intensivos y coordinador general de FEMYTS