Drs. Francisco González Prieto y Miguel Ángel García Pérez. |
Hace
unos días tuvimos noticia, a través de diversos medios de
comunicación, de la presencia de médicos madrileños en la XVII
Jornada Técnica organizada en Barcelona por la Asociación Catalana
de Entidades de Base Asociativa (Aceba), supuestamente para empaparse
de las bondades de este modelo de gestión.
Aunque no puede hablarse
de una “representación” madrileña, pues no representan para
nada a los más de 4.000 médicos de familia y pediatras de la
Atención Primaria en nuestra Comunidad Autónoma, sí queríamos
hacer algunas reflexiones sobre este hecho. Empezando también porque
la presencia simultánea de nuestro inoperante Director General de
Atención Primaria, Antonio Alemany, puede hacernos sospechar que esa
presencia haya podido, hasta cierto punto, ser potenciada por la
propia administración sanitaria madrileña.
Nos
ha llamado la atención que uno de dichos médicos haya declarado
sentirse “perseguida” por su opción en pro de la concesión de
la provisión sanitaria de los centros de salud a entidades privadas.
Es cierto que todo el mundo tiene derecho a hacer las opciones que
crea convenientes, y a poder defenderlas, siendo totalmente
respetables. Pero no se puede entender esto fuera del contexto
madrileño, según el cual esa opción se va a hacer a costa del
desplazamiento de médicos que ya están desarrollando su ejercicio
profesional como estatutarios o, peor aún, como interinos o
eventuales que irían directamente a la calle en caso de consumarse
la privatización de la gestión y provisión de algunos centros de
salud. Por otro lado, si la oposición de muchos compañeros a la
entrada de proveedores privados puede sentirse como agresiva por
quienes apoyan ese tipo de decisiones, puede entenderse también que,
a la inversa, la opción privatizadora pueda ser considerada como
agresiva por quienes nos hemos educado y conformado como
profesionales en un sistema público con gestión y provisión
pública que nos gustaría mantener.
Entendemos
que algunos compañeros puedan decir sí a esa privatización y
comprometerse con ella por encontrarse en una situación precaria,
como personal eventual o con contratos basura, porque la situación
podría cambiar se se les ofreciera un contrato de trabajo decente en
el modelo público. Y no hay que olvidar que el concepto y realidad
del término Autogestión de Centros de Salud no tiene por qué
incurrir en un modelo privatizador, pues como su propio nombre
indica, en este tipo de modelo pasas automátiamente a depender de la
gestión de la nueva empresa, en este caso una S.L. Y eso también
tiene sus riesgos.
El
problema es que es la Consejería, desde su absolutismo
ideologizante, quien ha convertido el ejercicio de una opción y
libre y totalmente respetable en un conflicto “por las lentejas”,
imposibilitando así cualquier debate racional y razonable entre
profesionales, que es lo que realmente debería haberse producido. Es
lamentable que esto ocurra, pero es así, y la responsabilidad es muy
clarita. Porque lo que si está claro es que, en esta " Función
" de la vida que es la Salud, los médicos no somos meros
espectadores sino actores principales y los actores principales deben
conocer el guión, e incluso poder decidir (o al menos, poder decir)
sobre su futuro. Y ese futuro debería pasar por la transparencia
total, que no es el caso en toda esta ola privatizadora.
Independientemente
de todo lo anterior, no podemos entender por qué los gestores de
nuestro sistema sanitario, que hace unos años, en distintos foros,
ensalzaban el modelo público de A.P. ahora se apremian en
criticarlo. ¿ Tanto ha/hemos cambiado, tan mal lo hacemos?
Francisco
González Prieto y Miguel Ángel García Pérez,
médico
de Familia delegado de AP de AMYTS y director médico de la RMM