Dra. Victoria Velasco Sánchez |
Hace ya varios meses que sufrimos en la Sanidad Madrileña los cambios de
gestión que, desde la Administración de la Consejería de Salud,
quieren realizarse amparándose en el momento de la crisis económica.
Desde
el inicio hemos asistido a movimientos profesionales importantes que,
de una u otra forma, han colaborado a que muchos médicos del primer
nivel asistencial nos hayamos hecho conscientes, de una forma
contundente, de que las reformas que todos hemos sentido como
necesarias desde hace años tienen que llegar. Y tienen que llegar
con la pasión que sabemos darle a nuestra profesión, con aquella
que hace que todos los días seamos capaces de dar a 40 pacientes de
nuestra agenda un “servicio hecho por personas para las personas”.
En
este sentido, es necesario reflexionar sobre el binomio
“sostenibilidad y salud“,
planteándonos qué reformas pensamos los profesionales que hay que
llevar a cabo, en un momento en el que tenemos información
suficiente que nos lleva al conocimiento, tenemos las herramientas
que facilitan esta información y tenemos la experiencia para
analizarla.
Las
herramientas que manejamos desde hace años (esoap, indicadores de
URM, resultados de cartera de servicios…) nos ponen en una
situación privilegiada para identificar variables importantes a
tener en cuenta a la hora de “diseñar” los cambios que queremos:
- El análisis del envejecimiento de la población, con la pluripatología que conlleva, tiene una trascendencia económica, social y sanitaria que nos hará diseñar nuevos enfoques de asistencia, en los que intervengan todos los agentes sociosanitarios, para crear un sistema de cuidados orientado a mantener un equilibrio entre las intervenciones curativas y las actividades de prevención y de promoción de la salud, con ampliación del componente rehabilitador de baja complejidad para preservar las capacidades funcionales de una población cada vez más envejecida.
- Las necesidades de la comunidad: con la crisis económica que sufrimos, la crisis social derivada y las consecuencias en la financiación de los servicios sanitarios. En este contexto, la Atención Primaria es fundamental para adecuar la atención a las necesidades del paciente con enfermedades crónicas y garante de la eficiencia del sistema. Sin embargo, con los datos del Informe Anual del SNS de 2011 se puede comprobar que, en la última década, el Sistema Nacional de Salud (SNS) solo ha aumentado su inversión en Atención Primaria un 0,31 por ciento, mientras que en Especializada ha crecido un 5 por ciento. El gasto en Especializada ha crecido 15 veces más que en Atención Primaria.
- El modelo de gestión que queremos, en el que el Médico de Familia es agente principal del paciente, coordinador de los recursos sanitarios y regulador de los flujos de pacientes entre niveles asistenciales. Sin embargo, a pesar de llevar varios años hablando de herramientas de mejora como el modelo EFQM que podrían potenciar este concepto, no hemos sido capaces de integrar la gestión clínica en conjunción con la gestión integrada de procesos asistenciales, comenzando por aquellos procesos cuyos resultados en eficiencia pueden verse beneficiados por un mecanismo especialmente ágil de coordinación entre niveles. Existen experiencias muy positivas en la Comunidad Autónoma de Andalucía, con el proceso del Paciente Pluripatológico, de las que habrá que aprender para incentivarlas.
- Y en todo esto, la Administración, con una centralización máxima de las decisiones, un ¨vaciamiento de cometidos en las direcciones asistenciales” y con un alejamiento completo de la realidad de los servicios sanitarios. Potenciado, además, por una designación del personal gestor y dirección asistencial por criterios exclusivamente políticos
Pero
si estamos de acuerdo en que el médico de
familia es el principal agente del paciente,
habría que afianzar su formación en la evidencia científica, en su
capacidad clínica y en la utilización de las herramientas para la
gestión integral del paciente.
Y
aquí sí es importante elegir sin duda, porque según la tesis
doctoral recién defendida por el director general de la compañía
Áliad, Julio González Bedia, apenas el 50 por
ciento de los 25 millones de euros de que los centros sanitarios
privados disponen cada año para formar a sus profesionales se
destina a este objetivo. El resto se desperdicia, haciéndolo
retornar a las arcas públicas, que son las que proveen a las
organizaciones privadas del crédito, deduciéndolo de la cantidad
que abonan cada mes a la tesorería de la Seguridad Social.
Seguro
que todos estamos de acuerdo en que un cambio nos motivaría a
mejorar lo que ya tenemos, pero para elegir
debemos tener en cuenta que, de las alternativas que se nos proponen,
la que recoge nuestras motivaciones profesionales es la que se adapta
al concepto de “Autonomía de gestión”
(entendida como la situación en que los sanitarios
adquieren determinadas capacidades y funciones para gestionar el
servicio, transferidas
desde otros niveles de la organización) Y
NO OTRAS, pensadas más bien para satisfacer al ideólogo de turno o
al inversor alejado de la realidad sanitaria.
Dra. Victoria Velasco Sánchez