Dr. Javier López de la Morena |
La institución médica
colegial siempre se ha percibido como un ente obligatorio y lejano,
con poca repercusión en el desarrollo de nuestra actividad médica.
Su rígida estructura presidencialista, su anticuada distribución en
vocalías y se enorme lejanía del conjunto de los facultativos hacen
de ella una organización con escasa repercusión en el desarrollo
profesional. Dada la obligatoriedad de su existencia y el
consiguiente aporte económico que genera, nos encontramos ante un
apetitoso bocado económico para ambiciones ajenas a la profesión.
El médico, al no sentir
dicha institución como propia, ignora su potencial regulador y
rechaza cualquier intervención colegial en su vida profesional. Los
diferentes avatares por los que ha pasado el Colegio, desde el feroz
endeudamiento de antaño hasta la precariedad de la Junta actual,
pasando por la gestión anterior absolutamente controlada por una
empresa externa, indican la importancia económica de la entidad que
la hace tan apetecible a intereses espurios ajenos a la auténtica
razón de su existencia.
Pero cabría preguntarse:
si otra estructura organizativa y otros principios institucionales
fueran posibles, entonces ¿la colegiación tendría el respaldo de
la mayoría de los médicos? Es posible que sí. Tendría que
conseguir hacer del Colegio la auténtica casa del médico, adaptando
las normas de actuación de la profesión a la época que vivimos.
Un Colegio de Médicos
como el actual se ha convertido en un bocado apetecible para unas
minorías capitalistas ávidas de negocio fácil y seguro, al ser las
aportaciones colegiales obligatorias y el número de médicos
abundante. De ahí la intención de la mayoría de los colegiados de
limitar la presencia de empresas externas, que han mostrado una
nefasta influencia en el desarrollo de la actividad colegial y han
contribuido a su desprestigio.
Todo esto ha contribuido
a la situación actual con una Junta débil en vías de disolución,
provocada por la precipitada y poco meditada elección de gerente,
asesores y otras figuras inexistentes en los Estatutos colegiales y,
por lo tanto, no reguladas en el texto que debería servir como guía
indiscutible de actuación.
¿Qué hemos de hacer si
queremos regenerar las estructuras colegiales y hacer de esta
institución un modelo que garantice las pautas adecuadas para la
práctica de la Medicina? Es difícil afrontar cualquier cambio en
tan rígida institución ante el poco interés que despierta entre
sus obligados socios, por lo que convendría unificar a todos los
interesados en que esta institución funcione, entendiendo por
interesados a todos aquellos que presentaron candidatura en las
últimas elecciones, un total de 7 candidaturas. Todos ellos y a la
Junta Directiva actual, con ánimo de salvaguardar una institución
que se desmorona, deberían crear un grupo de trabajo sin intereses
espurios que afronte los cambios estructurales que la organización
necesita y los plasme en unos nuevos y modernos Estatutos que
contengan las modificaciones precisas.
Este podría ser el
inicio de regeneración de una Institución que debería marcar los
aspectos técnicos y profesionales del ejercicio médico con patrones
exigentes de calidad, y que, al mismo tiempo, marque los límites
tolerables de presión asistencial y garantice el apoyo a unos
emolumentos acordes con la responsabilidad de los médicos.
En la actualidad la
gestión sanitaria está en las manos de las distintas autoridades
autonómicas que, con criterios de oportunidad política, anteponen
su demagógica política de complacencia (por su obsesiva necesidad
de votos) a la calidad de los servicios prestados. La disparidad de
criterios influye en la desaparición de organismos necesarios que
contemplan aspectos preventivos y de política sanitaria (higiene,
alimentación, vacunaciones, etc.), que anteponen la labor
asistencial como medida prioritaria de su buena gestión.
La Institución Colegial
debería recuperar su función marcando las pautas de actuación de
la práctica médica, promoviendo un alto nivel formativo y vigilando
la actuación de las autoridades autonómicas en la regulación de la
actividad sanitaria.
Hemos de conseguir un
Colegio garante de un código de conducta del profesionalismo médico,
teniendo como función primordial la de proteger, promover y mantener
la salud de los ciudadanos.
Fco. Javier López de la Morena