sábado, 19 de octubre de 2013

MUNDO PROFESIONAL. El porvenir de la profesión. Algo más que gestión clínica.

Está de moda hablar de gestión clínica. Y es que, como dicen algunos, puede utilizarse como un concepto vacío que realmente no signifique nada en la práctica, sino tan sólo parecer que se hace algo. Pero también puede ser un concepto amputado, cuya funcionalidad no llegue allí donde debería llegar: al protagonismo de lo clínico y de la clínica, de los clínicos en definitiva, en la gestión de las organizaciones sanitarias. Miren, si no, qué dice sobre gestión clínica la página web de uno de los mayores proveedores públicos de asistencia sanitaria en España, el Servicio Andaluz de Salud:




La gestión clínica en el Servicio Andaluz de Salud es un proceso de diseño organizativo que permite incorporar a los profesionales en la gestión de los recursos utilizados en su propia práctica clínica.

La gestión clínica pretende, según esta versión, descentralizar la responsabilidad sobre el uso de los recursos limitados que se puedan asignar a una determinada unidad asistencial sin que ésta, previamente, tenga la posibilidad de, por ejemplo, rediseñar su cartera de servicios para adaptarse a los recursos recibidos. La idea de gestión clínica que se propugna en este caso no tiene alcance estratégico, sino tan sólo alcance táctico para disfrazar la irresponsabilidad que supone recortar el gasto y, a la vez, asegurar que la prestación sanitaria no se va a ver afectada. A pesar de los beneficios que la aparente cesión de protagonismo pueda tener en los profesionales, no se trata más que de una propuesta que nace amputada de raíz. No es extraño, por tanto, que muchos profesionales no quieran ni siquiera oír hablar de Gestión Clínica en este contexto.

Pero la verdadera Gestión Clínica va mucho más allá, y sí que tiene un alcance realmente estratégico: se trataría de recuperar el protagonismo clínico en la gestión de los recursos, de las instituciones y del conjunto del sistema sanitario. Frente a una organización institucional en que los profesionales, que son la verdadera "herramienta" específica e imprescindible para la prestación de los servicios, están sometidos al "ordeno y mando" de la clase política de turno, la gestión clínica trata de traer al centro no al paciente, sino a la relación del paciente con el sistema sanitario, que se realiza a través de esos profesionales. Que no sea ya el capricho político, la ideología de turno o los intereses sobrevenidos los que gobiernen el futuro de un servicio tan básico como es el sanitario, sino que los criterios clínicos, los que nacen y maduran junto al individuo enfermo, tengan la fuerza suficiente como para configurar la toma de decisiones en el ámbito institucional. No pensamos otra cosa los profesionales cuando hablamos de Gestión Clínica.

Y, además, cada vez hay más evidencia en favor de esa necesidad. Las pruebas apuntan al beneficio que aportan los profesionales sanitarios experimentados en la gestión de las instituciones y los sistemas de atención a la salud. Contemplando la certeza que se extiende en el mundo empresarial sobre la importancia de la experiencia práctica previa en la capacidad para gestionar grandes empresas, en los últimos años se han realizado diversos estudios al respecto en el mundo sanitario que hablan de los beneficios que aporta la presencia de profesionales en la gestión de las instituciones (lo que, en el ámbito anglosajón se ha dado en denominar liderazgo clínico):

  • la Escuela de Economía de Londres (London School of Economics) ha encontrado relación entre la presencia de profesionales con trayectoria clínica en los órganos directivos de los hospitales británicos y mejores prácticas de gestión y resultados en salud
  • la misma institución, en otro análisis, documenta esa misma relación tras un análisis de 1.200 hospitales en siete países occidentales
  • en el ámbito norteamericano, otro estudio ha confirmado dicha relación en los cien mejores hospitales del año 2009
  • aún más recientemente se ha encontrado que una mayor presencia de profesionales sanitarios en los órganos de dirección de los Foundation Trusts británicos se relaciona positivamente con mejores resultados en salud, mejores indicadores de calidad, mayor satisfacción del paciente y mayor eficiencia en el uso de recursos, estando todos ellos específicamente relacionados con la presencia de médicos y no con la de otros profesionales sanitarios.
Ha de terminarse la época de la desconfianza institucional en los profesionales. Frente a políticos que no alcanzan siquiera el insuficiente en la valoración por parte de la sociedad, y a unas leyes de mercado que, desbocadas, no obtienen los fines que la sociedad se plantea como valiosos, el verdadero desarrollo de una gestión clínica integral que se base en la recuperación del protagonismo profesional y lo potencie se constituye en una verdadera alternativa de mejora de los servicios sanitarios, una alternativa que es, además, menos traumática que las ocurrencias ideologizadas de algunos de nuestros políticos. No es de extrañar que, precisamente, muchos de ellos no procedan del mundo sanitario, a pesar de estar al frente de la responsabilidad de los servicios de salud.