sábado, 20 de julio de 2013

CON FIRMA. "Que la urgencia no nos haga olvidar lo importante", por Julián Ezquerra

Dr. Julián Ezquerra Gadea.
Tras estos últimos 9 meses de conflicto, en los que hablar de sanidad en Madrid es hablar de enfrentamiento de los profesionales con la Administración, de manifestaciones, huelgas, actos de protesta, y ahora disputas en los Tribunales de Justicia, me parece necesario hacer una reflexión en alto y compartirla con los lectores de esta Revista Madrileña de Medicina.







Vivimos momentos de deslumbramiento por la alta tecnología, las grandes instalaciones hospitalarias, la exigencia de incorporar las últimas novedades y, en este momento, además, todo ello encuadrado en un debate sobre sanidad que solo habla de economía, recursos, presupuestos, recortes, suficiencia financiera, modelos de gestión, privatizaciones, facturación, etc. Este es el habitual discurso que tienen los políticos y, cada vez más, también los propios médicos.
No podemos olvidarnos de todo lo anterior, pero debemos retomar seriamente el debate sobre qué está pasando con nuestra profesión, cómo la ejercemos, en qué nos estamos convirtiendo, cómo es posible que estemos abandonando lo más importante que tiene nuestra profesión, la humanidad y el acercamiento al sufrimiento de los pacientes, hacernos copartícipes del mismo y proporcionarles el alivio que nos reclaman.
Estos valores que siempre ha tenido la medicina están quedando relegados y en buena medida nos debemos sentir culpables por ello. Hablamos con nuestros políticos/gestores y lo hacemos en los términos que ellos nos han ido imponiendo: eficiencia, altas, estancia media, rendimiento quirúrgico, lista de espera, perfil terapéutico, contrato de gestión…. En fin una terminología muy alejada de lo que a nosotros nos debe preocupar: humanidad, ética, complicidad, paciente-nombre, no número-número, dolor, sufrimiento, alivio, etc.
Es la hora de reforzar nuestro espíritu profesional y de liderar un discurso sanitario centrado, de verdad, en los pacientes, y no en los intereses de nuestros gestores y administradores. Por ello es importante que nuestra pelea por preservar este modelo sanitario público tenga éxito y podamos parar este absurdo empeño de la Administración de Madrid por su desmantelamiento, pero a la par debemos pensar en que es necesario hacer un profundo cambio desde dentro, que los profesionales volvamos a establecer los valores de humanización de la asistencia, que sintamos de nuevo el placer de ser médicos, ejercer de médicos, disfrutar de nuestro ejercicio, y hacerlo en un entorno de sanidad pública, accesible a todos los pacientes, sin distinciones, y siempre buscando la complicidad con quienes se acercan a nosotros en estos momentos difíciles que suponen pasar por una enfermedad.
Hacía mucho tiempo que intentaba recordar el título de una película que me gustó mucho y de la que siempre tenía gratos recuerdos. Ahora, y gracias a que si algo existe está en Internet, tras una búsqueda rápida he logrado recuperar la película. Se titula “El Doctor”, año 1991, protagonizada por Willian Hurt, y accesible, al menos de momento, en https://www.youtube.com/watch?v=NrDdIyJwXZg

Por ello recomiendo que se vea esta película, que se valore lo que representa, que seamos conscientes de que hasta el más brillante cirujano llegará un momento que también será paciente y necesitará que se le preste asistencia. Una asistencia de calidad, cercana, humana, basada en valores, sin olvidar que alta tecnología, equipos sofisticados, grandes intervenciones, etc. son importantes, pero lo son más si el enfermo las recibe con amabilidad, con cariño y complicidad.
La sanidad pública debe garantizar una asistencia universal, de calidad no solo técnica, también humana. Para ello es necesario que tanto los profesionales que la prestan como la Administración que la gestiona sean conscientes de que es necesario sacar del debate político y económico a la prestación sanitaria, y por ello reclamo nuevamente la imperiosa necesidad de iniciar un profundo debate sobre nuestro modelo sanitario, incluso su cambio donde sea necesario, con participación de los profesionales en su diseño y gestión, y sobre todo con una premisa: que sea cierto que el paciente es el principal actor, al que todos nos debemos, que trabajemos en los aspectos anteriormente mencionados, y logremos una sanidad pública y de la máxima calidad humana, pues la técnica es indiscutible y la tenemos.


Julián Ezquerra Gadea
Secretario General de AMYTS