Dr. Julián Ezquerra Gadea. |
Vivimos momentos de deslumbramiento por la alta tecnología, las grandes instalaciones hospitalarias, la exigencia de incorporar las últimas novedades y, en este momento, además, todo ello encuadrado en un debate sobre sanidad que solo habla de economía, recursos, presupuestos, recortes, suficiencia financiera, modelos de gestión, privatizaciones, facturación, etc. Este es el habitual discurso que tienen los políticos y, cada vez más, también los propios médicos.
No
podemos olvidarnos de todo lo anterior, pero debemos retomar
seriamente el debate sobre qué está pasando con nuestra profesión,
cómo la ejercemos, en qué nos estamos convirtiendo, cómo es
posible que estemos abandonando lo más importante que tiene nuestra
profesión, la humanidad y el acercamiento al sufrimiento de los
pacientes, hacernos copartícipes del mismo y proporcionarles el
alivio que nos reclaman.
Estos
valores que siempre ha tenido la medicina están quedando relegados y
en buena medida nos debemos sentir culpables por ello. Hablamos con
nuestros políticos/gestores y lo hacemos en los términos que ellos
nos han ido imponiendo: eficiencia, altas, estancia media,
rendimiento quirúrgico, lista de espera, perfil terapéutico,
contrato de gestión…. En fin una terminología muy alejada de lo
que a nosotros nos debe preocupar: humanidad, ética, complicidad,
paciente-nombre, no número-número, dolor, sufrimiento, alivio, etc.
Es
la hora de reforzar nuestro espíritu profesional y de liderar un
discurso sanitario centrado, de verdad, en los pacientes, y no en los
intereses de nuestros gestores y administradores. Por ello es
importante que nuestra pelea por preservar este modelo sanitario
público tenga éxito y podamos parar este absurdo empeño de la
Administración de Madrid por su desmantelamiento, pero a la par
debemos pensar en que es necesario hacer un profundo cambio desde
dentro, que los profesionales volvamos a establecer los valores de
humanización de la asistencia, que sintamos de nuevo el placer de
ser médicos, ejercer de médicos, disfrutar de nuestro ejercicio, y
hacerlo en un entorno de sanidad pública, accesible a todos los
pacientes, sin distinciones, y siempre buscando la complicidad con
quienes se acercan a nosotros en estos momentos difíciles que
suponen pasar por una enfermedad.
Hacía
mucho tiempo que intentaba recordar el título de una película que
me gustó mucho y de la que siempre tenía gratos recuerdos. Ahora, y
gracias a que si algo existe está en Internet, tras una búsqueda
rápida he logrado recuperar la película. Se titula “El Doctor”,
año 1991, protagonizada por Willian Hurt, y accesible, al menos de
momento, en https://www.youtube.com/watch?v=NrDdIyJwXZg.
Por ello recomiendo que
se vea esta película, que se valore lo que representa, que seamos
conscientes de que hasta el más brillante cirujano llegará un
momento que también será paciente y necesitará que se le preste
asistencia. Una asistencia de calidad, cercana, humana, basada en
valores, sin olvidar que alta tecnología, equipos sofisticados,
grandes intervenciones, etc. son importantes, pero lo son más si el
enfermo las recibe con amabilidad, con cariño y complicidad.
La
sanidad pública debe garantizar una asistencia universal, de calidad
no solo técnica, también humana. Para ello es necesario que tanto
los profesionales que la prestan como la Administración que la
gestiona sean conscientes de que es necesario sacar del debate
político y económico a la prestación sanitaria, y por ello reclamo
nuevamente la imperiosa necesidad de iniciar un profundo debate sobre
nuestro modelo sanitario, incluso su cambio donde sea necesario, con
participación de los profesionales en su diseño y gestión, y
sobre todo con una premisa: que sea cierto que el paciente es el
principal actor, al que todos nos debemos, que trabajemos en los
aspectos anteriormente mencionados, y logremos una sanidad pública y
de la máxima calidad humana, pues la técnica es indiscutible y la
tenemos.
Julián Ezquerra Gadea
Secretario General de AMYTS